Lunares
Pruebas de que cada cuerpo es único. Señas particulares.
Manchas que deben su nombre a la luna: su aparición era atribuida a la influencia de ese astro. ¿Por qué entonces su color no es el blanco?
Herencia genética irrenunciable, constelaciones trazadas entre una generación y otra.
Desertores de lo impoluto, de la perfección impostada, instagrameable.
Pedazos de piel excéntrica que exigen atención en un solo punto.
Tatuajes naturales.
Motivo de canciones con arranques posesivos: “No se lo des a nadie / cielito lindo / que a mí me toca”.
Concentradas muestras de sensualidad, a lo Marilyn.
Células pigmentadas, recordatorios de lo oscuro que hay en cada quien.
Lunas llenas deformes, medialunas irregulares, marcas abanderadas del defecto.
Chorros de tinta acumulada.
Puntos suspensivos cuando vienen en conjunto; punto y aparte cuando están solos.
Señales libres de la insignificancia de las pecas y de la arrogancia de las verrugas.
Pretextos para leer el destino en el rostro, astrología de las manchas negras.
Moscas postizas de la Europa absolutista a juego con empolvadas pelucas.
Peligro: augurio de cáncer.
Imagen de Angeles Balaguer en Pixabay. |
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