El exilio, un paréntesis | Reseña de "En estado de memoria", de Tununa Mercado
Entre las imágenes con las que Tununa Mercado (25 de diciembre de 1939,
Córdoba, Argentina) describe, en En estado de memoria, la significación que el exilio tuvo en su vida, la de ella frente al espejo es mi favorita:
En el primer viaje a Buenos Aires en 1984 (…), me vi a mí misma mirándome en el espejo y descubriendo, en un instante, en la piel, los ojos, las comisuras, el ciclón de esos diez años; y no eran arrugas, ni otros signos de decrepitud, era otra cosa, un polvo fino y gris, y por lo mismo macabro, que cubría como si fuera una pátina la totalidad de mi figura (p. 49).
Ese momento resulta revelador para la narradora, pues todo el peso del destierro cae de pronto sobre su rostro y su cuerpo. Si antes de volver a su país, tenía la impresión de que el tiempo no transcurría, al mirarse al espejo, una vez estando en Argentina, todos esos años le caen de golpe.
El tiempo, que en el exilio se vuelve “un paréntesis que no cuenta en ningún devenir”, la conciencia de su detenimiento, es por lo tanto uno de los temas de En estado de memoria, un libro que Tununa Mercado publicó en 1990 y que hasta esta edición de 2019 de la UNAM, como parte de la colección Vindictas, era prácticamente imposible conseguir.
Escritora y periodista, Mercado viajó a México en 1974, pero a causa de la dictadura militar no pudo volver a Argentina sino hasta 1987, por lo que vivió casi 13 años en nuestro país. En estado de memoria es resultado de su estancia aquí. Se trata de un libro autobiográfico, que si bien ha sido clasificado como novela, es un texto híbrido, en el que Mercado no duda en recurrir a la poesía, a la crónica o al ensayo según convenga a su necesidad expresiva. Es, asimismo, un libro fragmentario, compuesto por 17 capítulos independientes entre sí, unidos por la experiencia del destierro.
El capítulo “El frío que no llega” es una muestra de los diferentes géneros a los que recurre la autora en este libro. Más que una pieza narrativa, la autora nos presenta una prosa poética, una reunión de imágenes en torno al exilio: “El tiempo del exilio tiene el trayecto de un gran trazo, se extiende según un ritmo amplio y abierto, sus curvas son como las olas, oceánicas y lejanas de las playas, que no tienen rompientes y se parecen más a la idea de horizonte; el tiempo sucede más allá, en otro sitio, se lo oye transcurrir en los silencios de la noche, pero se lo aparta, no se lo quiere percibir porque se supone que el destierro va a terminar” (p. 27).
Pero no es sólo la percepción del tiempo (“todos esos años en los que el tiempo parecía no suceder” p. 54) la que se ve trastocada durante el destierro. La relación con el espacio también se torna problemática, en tanto que, como señala la autora más adelante, desaparece el sentido de pertenencia. “No aparecía en mí la voluntad de hacerme de una casa o, mejor dicho, de hacer mía la casa que ocupaba. Este deseo obliterado causaba la sensación de vivir, desde siempre, en una provisoriedad total, sin arraigo a los sitios, sin fijación a los objetos, desposeída de esa lógica de la apropiación común a los humanos por razones que no lograba entender” (p. 82)”.
El acto de recordar resulta, por otro lado, fundamental en el libro, como se nos anuncia desde el título. De vuelta a su país de origen, la narradora sale a la calle “en estado de memoria”, para reconocerse, para reencontrarse en el territorio antes habitado. El libro todo es un reflexivo ejercicio de memoria. Un testimonio personal de los estragos psicológicos y físicos producto de este "limbo" que es el exilio.
Antes de En estado de memoria, Mercado publicó el libro de cuentos Celebrar a una mujer como a una pascua (1967), que obtuvo una mención en el premio Casa de las Américas. Después apareció su novela Yo nunca te prometí la eternidad (Planeta, 2005), por la que recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2007. Y, en 2014, fue reconocida con la Medalla por el Centenario de Neruda, otorgada por la Presidencia de Chile.
No obstante, se trata de una autora poco conocida y poco leída. De ahí la pertinencia de recuperar En estado de memoria como parte de la colección Vindictas, a cargo de Socorro Venegas, directora General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM. Un notable esfuerzo, por cierto, por reivindicar a escritoras latinoamericanas cuya obras estaban descatalogadas, el cual afortunadamente se ha extendido a otras artes.
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