Reseña | "Éramos unos niños", de Patti Smith
Patti Smith (Chicago,1946) ha escrito un libro hermoso: la historia de su relación amorosa y creativa con el fotógrafo Robert Mapplethorpe (Nueva York, 1946-Boston, 1989).
Patti y Robert se conocieron en Nueva York en el verano de 1967 cuando tenían 20 años. Se enamoraron y vivieron juntos, primero en Brooklyn y luego en Manhattan. Ella trabajaba en una librería y él tenía empleos ocasionales. Tenían poco dinero: a veces tenían que compartir un hot dog y una Coca-Cola o turnarse para entrar a un museo puesto que no podían pagar las dos entradas. Los dos querían ser artistas y estaban dispuestos a cualquier sacrificio con tal de alcanzar su sueño.
Smith, poeta, cantante y artista plástica, narra su relación con Robert con una prosa límpida, no exenta de poesía, y valiéndose de una estructura circular: Éramos unos niños (Lumen, 2010) empieza con un “Prólogo”, donde la autora relata la mañana en que recibió la noticia de la muerte de quien primero fue su amante y nunca dejó ser su amigo. Los capítulos “Nacidos en diciembre”, dedicado a la infancia de ambos; “Unos niños”, centrado en su vida común en Brooklyn; “Hotel Chelsea”, sobre su estancia en ese legendario lugar por el que pasaron Bob Dylan y Janis Joplin, y “Cada uno por su lado, juntos”, en el que dejan de vivir juntos para hacerlo con sus nuevas parejas, son una narración lineal de su desarrollo como artistas y del cuidado que siempre se profesaron el uno al otro. El último capítulo, “De la mano de Dios”, retoma la muerte de Robert, en 1989, su enfermedad, y el dolor de Patti tras la pérdida.
El libro, ganador del National Book Award en la categoría de No ficción, es un canto al amor, a la juventud y al arte. La parte que alude al título es de mis favoritas:
Un día de otoño inusitadamente cálido nos vestimos con nuestra ropa preferida, yo con mis sandalias beatnik y mis pañuelos deshilachados, y Robert con sus collares de cuentas y su chaleco de piel de carnero. (…) Nos dirigíamos a la fuente, (…) cuando un matrimonio maduro se detuvo y nos observó sin ningún disimulo. A Robert le gusta que se fijaran en él y me apretó cariñosamente la mano.̶ Oh, sácales una foto ̶ dijo la mujer a su desconcertado marido ̶ . Creo que son artistas.̶ Venga ya ̶ respondió él, encogiéndose de hombros ̶ . Sólo son unos niños.
Éramos unos niños es la historia del nacimiento de dos artistas con búsquedas diferentes, que se estimulan entre sí e intercambian los papeles de musa-creador. La certeza que Robert tenía de que era un artista y su compromiso con el arte contrastan con las dudas de Patti con respecto a su vocación y a su destino como artista. Si él, un artista plástico que se decantará por la fotografía, “jamás parecía cuestionarse sus impulsos artísticos”, ella, quien dibuja y escribe poemas que después convertirá en punk y rock, en sus “momentos bajos”, se “preguntaba cuál era la finalidad de crear arte” (p. 48, ambas citas). Hay, sin embargo, entre los dos una sensibilidad compartida: “Patti, nadie ve como nosotros” (p. 59), le dice Robert en algún momento.
Este libro autobiográfico, acompañado con fotografías de las obras de Robert y Patti y con fotos de ellos mismos tomadas por él, es también un viaje a la década de los 60, marcada por la liberación sexual, el uso de drogas psicodélicas y el rock. Marcada también por la Guerra de Vietnam, por el arte pop de Andy Warhol y por la música y la muerte de figura como Janis Joplin, Jimmie Hendrix y Jim Morrison.
Las últimas páginas son sumamente conmovedoras. No quiero hacer spoilers. Pero sí quiero decir que el libro tiene un efecto dramático al final, cuando la autora relata los últimos meses de vida de Robert, sus últimos trabajos juntos y el dolor de ella por la enfermedad y muerte de su cómplice y amigo.
Éramos unos niños es un libro que inspira y que conmueve.
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