Reseña | "Una jaula en un jardín de verano", de Margaret Drabble



Una jaula en un jardín de verano (1963; Alba Editorial, 2020), la primera novela de la reconocida escritora inglesa Margaret Drabble (Sheffield, 1939), tiene como protagonista y narradora a Sara, una joven de 21 años recién graduada en letras de la Universidad de Oxford. Sara regresa de París a Inglaterra para la boda de su hermana mayor: la guapa y sofisticada Louise, que se casará con un escritor exitoso al que, sin embargo, no ama. ¿Por qué entonces decidió unir su vida a la de él? es la pregunta que se hace Sara desde que recibe la noticia y la incógnita que guiará el desarrollo de la historia. 

Drabble escudriña en este libro la compleja relación entre hermanas, así como la manera en que mujeres jóvenes y educadas se enfrentan a las instituciones del matrimonio y la maternidad en los años 60, una década crucial en la conquista de libertades para las mujeres. 

Para Sara, la idea del reencuentro con Louise no resulta realmente grata, pues entre ambas media una historia de rivalidad, patente una vez más ahora que la vida de su hermana  parece tomar un rumbo claro con el matrimonio mientras que ella se encuentra desempleada y mantiene un noviazgo a distancia.

Desde la mirada de Sara, una narradora de aguda inteligencia y fino sentido del humor, Drabble retrata los claroscuros de una relación entre hermanas marcada por la envidia, la competencia y el distanciamiento, pero también por la identificación. 

Para Sara, la belleza de Louise es un atributo que define su relación con ella:

“Mi hermana, debo decir, es una belleza que tira de espaldas. Lo digo en serio. La gente enmudece cuando entra en una habitación, no puede apartar la mirada de ella en el autobús, se da la vuelta cuando va por la calle. No sé de dónde ha salido. Mi madre es muy mona, pero resulta dulce y graciosa, como yo, supongo (…). Si hubiera que definirnos, ella es una grande dame y yo una jeune fille (doncella)”.

La autora pone de relieve cómo la belleza o la ausencia de ella es un valor que coloca a las hermanas, a las mujeres en general, en un lugar determinado, no sólo ante los hombres, sino entre ellas mismas, como una cualidad capaz de determinar quién es quién. En este sentido, la prima Daphne, “una chica más bien fea y con gafas que trabaja de maestra”, funciona como antítesis de Louise: “Siempre he sido una extremista, y, como no era tan guapa como Louise, me consideraba tan fea como Daphne; mientras que, en realidad, si existe una barrera en mitad de la humanidad para separar las ovejas de las cabras, con toda certeza estoy en el lado de Louise en cuestión de belleza".

No obstante las diferencias, el vínculo entre hermanas, como no puede ser de otra manera, también resulta potente y vital: “Y, sin embargo, no quiero decir que nunca coincidiéramos en nada. En muchos sentidos tenemos mucho más en común que la mayoría de las hermanas: nuestros intereses, nuestra inteligencia, nuestro paso por Oxford había sido extraordinariamente parecido”.

"El carro fúnebre del matrimonio"

Como en su más reciente novela, Llega la negra crecida, que toma su nombre del verso de un poema de D. H. Lawrence, el título de Una jaula en un jardín de verano viene de un verso de la tragedia El diablo blanco de John Webster:


Es como una jaula en un jardín de verano:

los pájaros que están afuera se desesperan por entrar,

y los que están adentro se desesperan por salir,

consumidos por el temor de no lograrlo nunca.


La imagen de la jaula aparece en la víspera de la boda de Louise: “vi a Louise andando de un lado para otro con paso firme y regular, yendo y viniendo hasta la puerta de entrada, como un animal en una pequeña jaula que intentara hacer ejercicio”.

Esa jaula parece ser el matrimonio, un tema que de una u otra manera atraviesa la vida de estas hermanas casaderas cuyo apellido, por cierto, es muy semejante al de las protagonistas de Orgullo y prejuicio: Bennett. 

Louise se casa pero realmente no siente respeto por el matrimonio, pues no ama a su marido y le es infiel, mientras que Sara tiene fuertes dudas sobre este tipo de unión: “Empecé a pensar si algún día me atrevería a casarme. Los peligros eran tantos… Tal vez la única solución fuera casarse y tener aventuras. Como Louise, mi hermana. Pero no quería, no quería eso, quería ser mujer de un solo hombre, y fiel. Era imposible”. De Daphne, la narradora se pregunta si se casará algún día. 

Además, Sara, quien se considera a sí misma una joven emancipada, tiene ideas liberales sobre el sexo:

“Mientras que en aquel momento, sola en la oscuridad con ese hombre, que con certeza no quería nada duradero conmigo, ni yo con él, me sentía liberada, como si estuviéramos absorbiendo un poco de energía el uno del otro. Desconozco las relaciones estables y valiosas que me estoy perdiendo en la vida, aunque noto su ausencia, pero al menos de vez en cuando consigo algo que nunca conseguiría si no fuera una inadaptada: la confianza repentina, el brillo momentáneo del sentimiento, barcos que pasan y además iluminan la oscuridad”. 

Las satisfacciones y las complicaciones de la maternidad, así como la renuncia a ésta, también aparecen en la novela: entre las amigas de Sara y de Louise están Gill, quien decidió abortar; Stephanie, embarazada de su primer hijo; Hesther, embelesada con la quietud de su bebé, y Stella, rebasada por la crianza de sus tres hijos pequeños. La postura de Louise al respecto es firme: “Quiero mi vida, la quiero ahora, no quiero dársela a la siguiente generación”.

A través de esta galería de personajes femeninos, Drabble explora las opciones de las mujeres cultas y de clase media-alta en el Londres de los 60, una década marcada por el cuestionamiento de los roles asignados tradicionalmente a las mujeres como madres y esposas. En su debut novelístico, la escritora inglesa entrega una pieza impecablemente narrada, habitada, como sus posteriores novelas, por mujeres sensibles y eruditas. 



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*La imagen de portada fue tomada de Foundry Co en Pixabay.

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